A poco que se siga la actualidad de nuestra ciudad, se conocen bien los disparatados planes del equipo de Gobierno del PP para aumentar la producción de la desaladora pese a ser consciente, mediante informes técnicos de la UAL, de que perjudica al acuífero de agua dulce de Almería, ya de por sí sobreexplotado. Nuestra posición ante tamaño despropósito también es de sobra conocida; nos parece un colosal disparate que no se escuche a los expertos de nuestra Universidad, así como a las cientos de familias que viven desde hace generaciones de sus pozos y norias en la Vega, cuando advierten de lo descabellado de esta iniciativa.
Por si hay algún despistado leyendo estas líneas, recordaré que en Ciudadanos respaldamos que se deje de explotar el acuífero de Poniente, que es el motivo por el que se amplía la producción de la desaladora, pero nunca apoyaremos que sea a cambio de sobreexplotar otro acuífero, en este caso, el de Almería. Desvestir a un santo para vestir a otro no parece la más feliz de las ideas, máxime cuando la solución que planteamos es bien sencilla: acometer la obra necesaria para garantizar que la totalidad del agua que llega a la desaladora procede del mar, y no, como ocurre actualmente, que alrededor de un 20% de la misma proceda del acuífero. También hemos propuesto más de una vez recurrir a fondos de la UE para financiar esa obra, de modo que evitemos ‘crujir’ el bolsillo de los almerienses. Pero, por desgracia, este alcalde hace oídos sordos a nuestras propuestas. Cruzaremos los dedos para que esto no suponga ni la sentencia de muerte para el acuífero de Almería, ni la enésima sentencia judicial condenatoria a nuestro Ayuntamiento, en este caso, por un presunto delito medioambiental.
Este es, sin duda, el mayor exponente de ese desprecio medioambiental del que algunos parecen hacer gala, pero, desde luego, no es el único. Ahí siguen los vertidos de aguas fecales en pleno centro de Almería, pese a nuestra moción aprobada en pleno y nuestras reiteradas denuncias; unas aguas fecales que provocan un foco de insalubridad y de malos olores en lo que está llamado a ser ser uno de los principales enclaves turísticos de la ciudad, junto al Cable Inglés, en la desembocadura de la Rambla. Y hablando de ramblas y de aguas fecales, también tenemos bien frescas las aguas negras que, cada verano, llegan hasta la laguna de Rambla Morales, junto a la barriada de Cabo de Gata; un humedal ubicado en un parque natural, frecuentado por especies protegidas, catalogado como reserva de la biosfera, e incluido en el Inventario de Humedales de Andalucía. Y, pese a todo lo anterior, cada verano se repite la misma historia: miles de peces muertos y una imagen tercermundista.
No muy lejos de allí, en la Almadraba de Monteleva y en la Fabriquilla -también en nuestro Parque Natural- ocurre algo similar: cientos de viviendas que llevan décadas sin alcantarillado, tirando de pozos negros. Esta situación ha sido denunciada hasta por el Defensor del Pueblo Andaluz, quien ha instado al Ayuntamiento de Almería a acometer el alcantarillado, y a la Junta de Andalucía a financiar, con cargo al canon autonómico, tanto el colector como la depuración de las aguas fecales. Se trata de una actuación que ya salió a licitación, pero que conviene agilizar por el bien de todos.
Pero la lista de desprecios mediambientales a los almerienses no termina ahí: sin ir más lejos, en septiembre del año pasado la Fiscalía aceptaba la denuncia contra el Puerto de Almería por otro presunto delito medioambiental que genera un perjuicio a la salud de los barrios próximos, como Pescadería, donde hay colegios, parques infantiles, centros de salud… El problema aquí, resumidamente, es la manipulación de graneles sólidos y la consecuente contaminación por partículas, algo para lo que el Defensor del Pueblo Español emitió una resolución instando a realizar una evaluación conjunta de las emisiones a la atmósfera procedente de esa manipulación de graneles en el Puerto y su afección a la calidad del aire que respiramos los almerienses.
En resumidas cuentas, hace falta que nuestras administraciones públicas tomen verdadera conciencia de la importancia que tiene el respeto por nuestro entorno, por nuestro medioambiente, en definitiva, por nuestra salud. Los políticos deberíamos estar para mejorar la vida de la ciudadanía y resolver sus problemas del día a día, pero, lamentablemente, parece que algunos están para otras cosas primero. Pues no: para nosotros, lo primero siempre han de ser los almerienses.