Almería es una ciudad excepcional y encantadora, pero aún tiene mucho margen de mejora. Lo dije durante el pasado debate del Estado de la Ciudad, y lo vuelvo a repetir: todavía nos queda mucho por hacer. Las asignaturas pendientes del Ayuntamiento son varias y variadas: la participación ciudadana, la protección del patrimonio histórico, la falta de limpieza en prácticamente cada barrio, las condenas judiciales por las que tenemos un déficit de casi 30 millones de euros, los vertidos fecales, el incumplimiento sistemático de mociones y ordenanzas aprobadas por el Pleno, las obras malditas (paseo marítimo, tren, Casa Consistorial…), pero sobre todo, tenemos por delante dos grandes retos: la decadencia de nuestro casco histórico, y el tarifazo del agua y la consecuente sobreexplotación del acuífero de Almería.
Obviamente, no todo es malo. Como aspectos positivos, es de justicia señalar los acuerdos de consenso (pactos presupuestarios, planes Reactiva), máxime en tiempos de pandemia. También es justo valorar las rebajas de impuestos y tasas acometidas, así como determinadas actuaciones de mejora, como pueden ser el parque de la Goleta, los sistemas de señalización ‘antilluvia’, o el adecentamiento de la Hoya. Y otro aspecto muy positivo es el aumento de la partida presupuestaria destinada a salarios de los trabajadores del servicio de Ayuda a Domicilio, que viene a sumarse al incremento efectuado para el mismo fin desde la Consejería de Igualdad de la Junta de Andalucía.
Decía al inicio que, de entre los muchos desafíos para este Ayuntamiento, sobresalen dos. Sobre el éxodo comercial que viene padeciendo el centro desde hace años, ya he dicho más de una vez que, si bien no toda la culpa es del Ayuntamiento, sí es cierto que el equipo de Gobierno puede y debe hacer mucho más para fomentar la revitalización del casco histórico. Pero ojo: aquí no valen ideas peregrinas como la instalación de una triste caja de luz en la plaza del Educador o pintar colorines en un carril del Paseo de Almería (una broma que nos ha costado 300.000 euros a todos los almerienses). En absoluto. Lo que en Ciudadanos venimos reclamando desde hace tiempo es una estrategia global que incluya planes de acción específicos, como puede ser un plan de embellecimiento, dar más facilidades de aparcamiento y transporte público, impulsar más actividades lúdico-culturales, implantar áreas de promoción económica urbana, más ayudas al alquiler, avanzar en una peatonalización valiente del centro, y sobre todo, escuchar a los vecinos. A este respecto, nosotros ya propusimos la creación de una Mesa de trabajo que incluyera a asociaciones vecinales, colegios profesionales, colectivos culturales y representantes políticos. Lamentablemente, lo de escuchar e implicar a la sociedad civil almeriense en el día a día de nuestra ciudad no es un fuerte de este ejecutivo municipal.
En cuanto a los planes del Ayuntamiento para aumentar la producción de la desaladora que supondrán, según el informe elaborado por la UAL, sobreexplotar aún más el acuífero del Bajo Andarax, además de una disparatada subida en el recibo del agua, lo dije muy claro en el último pleno: estamos ante el mayor error desde que este alcalde cogió el bastón de mando. Un error que nos puede salir muy caro a la ciudadanía, desde el punto de vista económico, judicial, y medioambiental. No es entendible la cabezonería del equipo de Gobierno con una actuación que pone en peligro nuestra histórica Vega de Almería y sus pozos centenarios. No es sólo que quieran subir la tarifa cerca de un 20% en vez de buscar fondos de la UE que palien ese desmesurado incremento impositivo; ni siquiera se trata de que vayan a desvestir a un santo —dejar de sobreexplotar los Pozos de Bernal— para vestir a otro —sobreexplotar el acuífero de Almería—: es que, además de esto, se está atacando el tradicional modo de vida de unas 3.000 familias que llevan generaciones viviendo y trabajando en nuestra Vega y usando el agua de sus pozos para beber, para regar, para ducharse, para fregar, para lavar la ropa…
La solución la hemos repetido hasta la saciedad: hay que acometer la obra necesaria para que la desaladora de Almería se nutra exclusivamente de agua marina, y no, como ocurrirá si siguen adelante, que una cuarta parte del agua provenga de un acuífero ya sobreexplotado. Ojalá, por el bien de nuestra ciudad, sepan rectificar a tiempo para evitar este disparate. Rectificar es de sabios, aunque, seamos francos, la sabiduría no parece una característica innata de ciertos concejales de nuestro Ayuntamiento.